Con danzas tradicionales, una ceremonia de pawa andina y el corte de cinta inaugural, este viernes se dio inicio a una nueva edición de la Feria Costumbrista de San Miguel de Azapa, una celebración que busca reunir a la comunidad en torno a la cultura, la gastronomía y el emprendimiento del valle.
Durante tres días, la localidad vivirá una verdadera fiesta popular donde los habitantes del sector —en su mayoría artesanos y pequeños productores— exhiben lo mejor de sus oficios, en una instancia que se ha convertido en una de las más representativas del calendario rural ariqueño.
El alcalde de Arica, Orlando Vargas, enfatizó la necesidad de reforzar el sentido de pertenencia de los habitantes del valle. “Hay que recuperar la identidad de los azapeños”, declaró, subrayando además el rol vital de los emprendedores locales en esta feria. “Queremos que vendan todo”, expresó con entusiasmo, apostando por una masiva asistencia durante el fin de semana.
Por su parte, Arlette Saavedra, directora subrogante de la Dirección de Desarrollo Rural, destacó el propósito que guía esta iniciativa: “El objetivo es apoyar y promover el emprendimiento local y las costumbres del valle”, señaló.
La feria cuenta con más de 30 stands donde se ofrecen platos típicos, productos agrícolas, tejidos, artesanías y preparaciones tradicionales. También se desarrollan espectáculos artísticos en vivo, abriendo espacio a músicos y bailarines del propio valle, con el fin de preservar expresiones culturales que, muchas veces, no encuentran otro escenario en el año.
Además del componente comercial y festivo, la feria contempla una propuesta cultural más profunda: la Municipalidad de Arica ha dispuesto tours patrimoniales gratuitos, con salidas desde la cancha de San Miguel. Estos recorridos llevan a los asistentes al Cementerio General de Azapa, al Pukará-San Lorenzo y al Museo Arqueológico de Azapa, donde se busca conectar a los visitantes con las raíces históricas y ancestrales del valle.
Los organizadores hicieron un llamado a las familias de Arica y sus alrededores a participar activamente en la feria, que se proyecta no solo como un espacio de encuentro, sino también como una vitrina fundamental para los emprendedores rurales y un vehículo de salvaguarda del patrimonio cultural del valle de Azapa.